Sin agua de lastre no es posible imaginarse una navegación moderna. Sin embargo, representa un problema ecológico considerable a nivel mundial. Esto se debe a que el agua de lastre que se admite en el puerto de origen para estabilizar un buque portacontenedores no cargado completamente se libera en el puerto de destino, liberando también los organismos contenidos en el agua en un biotopo diferente. Las bacterias, el plancton, los virus, los peces pequeños, los cangrejos o las medusas llegan así a ecosistemas que pueden cambiar para siempre por el efecto de las nuevas especies.
Cada año se transportan por barco entre diez y doce mil millones de toneladas de agua de lastre.
El Convenio internacional para el control y la gestión del agua de lastre de la Organización Marítima Internacional (OMI) regula con carácter obligatorio el tratamiento de agua de lastre en barcos.
Para el sistema de gestión de agua de lastre (BWM) de buques existen numerosas soluciones. Con el objetivo de proteger estas instalaciones a varios niveles en la gestión de agua de lastre, es necesaria para la mayoría de los sistemas una filtración totalmente automática del agua de mar captada. Para ello se instala un filtro fino entre el separador grueso y la unidad de desinfección química o física. Este tiene la tarea de retirar del agua de lastre los organismos animales y vegetales, así como los sedimentos <50μm.